jueves, 12 de febrero de 2015

Diario de una asesina I

Advertencia: El siguiente relato contiene gore explícito, alto contenido de violencia y un lenguaje inapropiado. Se recomienda discreción*

Caso # 12 
El señor Bald tiene como pasatiempos acosar sexualmente a sus empleadas, ser un egocéntrico, no tener ni idea de las cosas sobre las que opina y principalmente: ser un giripollas. 
Aunque a estas alturas... debería comenzar a hablar en tiempo pasado. 

Locación: 
La bodega subterránea de la empresa que Bald usaba como "cuarto de juegos"
Hay que ver como cambian las cosas, mañana, será la escena del crimen, pero hoy... Hoy es MI cuarto de juegos. 

-¡Lo siento! comienza a gritar con su áspera voz. Noto que el tono seguro de su voz se ha quebrado por completo, al fin ha comprendido que no se trata de una broma y es aquí donde comienza la diversión. 
Saco un cigarrillo de mi bolso y lo coloco lentamente entre mis labios. 



-¡Déjame ir!- grita y su tono no suena como orden, suena como una súplica. ¿A dónde se fue el jefe prepotente y abusivo que conocí? Levanto la vista mientras enciendo el cigarrillo, puedo notar que hay una lágrima en sus ojos, es tan patético que no puedo evitar reírme. 

-Mírate- susurro -Eres un asco, eres miserable...
Sus sollozos me interrumpen, pero continúo -Eres basura y yo... detesto la basura-
Lentamente, saco el cigarrillo de mis labios y lo apago en la oscura piel de su pecho.
Deja escapar un histérico grito como respuesta a la leve quemadura que acabo de hacerle. 
-Eso dejará marca-

Dejo escapar una última bocanada de humo y me dirijo a mi "caja de herramientas" 
-Detesto cuando alguien se toma "demasiadas libertades" ¿Sabes? creo que ese fue tu principal error- 
me encojo de hombros y el responde con un grito ahogado, está demasiado asustado como para articular palabra. 
Encuentro lo que necesito y vuelvo hacia él. 
-Eso esta a punto de arreglarse, porque ¿Como vas a tocar cualquier cosa si no tienes dedos? 
Hay un terror inconmensurable en sus ojos cuando mira atentamente el bisturí y las pinzas que llevo conmigo, comprende de inmediato lo que me propongo y deja escapar gritos de pánico entre bruscos y anodinos movimientos. Las correas están ajustadas y son lo suficientemente resistentes como para que pueda liberarse por sí mismo. 

Las manos comienzan a temblarme a causa de la excitación y adrenalina que recorren mi cuerpo a medida que me acerco a su mano izquierda
-Sabes- musito -Mientras hacía el estúpido trabajo que me ordenaste, me rompí una uña- Digo mientras aprisiono su dedo índice con las pinzas 
Su expresión de terror es el incentivo perfecto, siento el corazón latir con fuerza dentro de mi pecho y la voz en mi interior deja escapar una carcajada ¡La estoy pasando jodidamente bien!
Hago presión con la pinza oprimiendo la yema de su dedo, él deja escapar un grito aterrado. Dejo que sus lloriqueos me sirvan como "música ambiental" y hundo el bisturí en su dedo mientras tiro de las pinzas con fuerza. 

La sangre comienza a brotar de las heridas y sus gemidos de dolor lo invaden todo. Sé que ya no podré detenerme. 

-¿Que sigue ahora?- 
pregunto divertida mientras contemplo su mano atrapada entre la correa, él continúa gritando, llorando, balbuceando sandeces y haciendo esfuerzos inútiles por liberarse.
Presiono su dedo anular con las pinzas
La hoja del bisturí esta tan afilada que comienza a rasgar la piel de inmediato, hago cortes repetidos y profundos antes de desgarrar la yema de su dedo y observo el modo en que la cálida sangre comienza a manchar el suelo ante mis pies. 
Cierro las pinzas al rededor de su dedo (o lo que le queda de dedo anular) y oprimo hasta sentir que el hueso se fractura. Un nuevo y agónico grito inunda el espacio, es la primera vez que escucho tantos gritos, su voz ya comienza a irritarme. 

Coloco el bisturí en la mesita y regreso a mi caja de herramientas, cuando regreso el comienza a gemir, pero nuevamente es incapaz de articular palabra alguna. 
-La vida es muy irónica ¿no crees?-  Tu decías que yo merecía un castigo por no poder seguir tus órdenes, pero ahora soy yo quien te castiga a ti... La estupidez también es un pecado señor Bald- 

Paso las tijeras por su cuello cuidadosamente y corto un trozo de su camisa, puedo sentir su respiración agitada, está empapado en sudor. 
-Te dije que dejaría marca- murmuro mientras observo la marca de mi cigarrillo 
Retomo el bisturí y comienzo a rasgar la piel alrededor de la quemadura, vuelve a gritar y estoy completamente aturdida cuando retiro los centímetros de piel que acabo de cortar. 

-Basta de gritos- exclamo retomando las pinzas y acercándolas a su boca, me alegra mucho tener los guantes puestos. 
-¿Quieres hacer esto fácil o difícil?- pregunto y cuando acerco los dedos a su boca, intenta morderme. Esto me enfurece al instante y acaba con la poca calma que me quedaba, respiro hondo y vuelvo a sonreír cuando tomo el bisturí, recorro su barbilla con el artefacto dejando un rastro de sangre sobre la piel. Le atravieso el labio inferior hasta enterrar el bisturí en los dientes, la sangre comienza a manar de inmediato y aprovecho su último grito agónico para sujetar su lengua con las pinzas 
-Intenta morderme ahora- exclamo con burla mientras corto la punta de su lengua y dejo caer la carne muerta al suelo sobre el charco de sangre que comienza a formarse a causa de las heridas. 

Cierro los dedos entorno al mango de las tijeras y las hundo en el dorso de su mano derecha con todas mis fuerzas, no tardo en atravesar la piel, pero esta vez no hay gritos, tomo el martillo lo golpeo en los dedos con todas mis fuerzas, pierdo el control de mí misma en cada golpe, el corazón me late con una rapidez indescriptible y las piernas me tiemblan a causa del placer. 
Ahora que no puede gritar, se limita a balbucear, jadear y llorar hasta que noto que está ahogándose con su propia sangre, sé que le queda poco tiempo y debo aprovecharlo. 
Finalmente, saco el cuchillo de mi caja de herramientas y lo entierro en su ojo derecho, justo encima del párpado, atravieso el globo ocular, pero sin demasiada fuerza como para romper el cráneo. 
Ni siquiera me detengo a comprobar si continúa con vida, retomo el cuchillo y recorro su cuerpo hasta detenerme en el abdomen y en un último y febril impulso comienzo a cortar la piel, durante unos instantes todo se convierte en una masa de piel y sangre, dejo que la sensación me invada, me siento como en una montaña rusa de emociones y la euforia llega hasta alcanzar un clímax que desborda placer, puedo medir mi placer con la sangre y esta vez... hay demasiada sangre. 

Finalmente, me detengo, intento respirar con normalidad y aguardo hasta que mi ritmo cardíaco se regulariza. 
Me siento complacida, satisfecha... soy una niña que por fin ha obtenido el juguete que quería, un puberto que al fin a perdido la virginidad, un músico que compone su primera pieza... Soy todo eso y más, mucho más. Comienzo a reír y antes de marcharme, hecho una última mirada a mi "obra de arte" su mano derecha ha quedado torcida, la mano izquierda parece una masa de carne molida y sangre, el cuerpo entero luce mutilado. el estomago ahora es un saco rojo y su rostro deja ver algunos dientes a falta de una parte de labio inferior, el ojo derecho no es más que una masa negra de sangre y piel destrozada. 


Es momento de marcharme, todo ha terminado. 

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