jueves, 15 de enero de 2015

La chica perfecta

Primer encuentro 


Era otro día aburrido en el trabajo, ya había atardecido y aguardaba con ansias vehementes el momento de volver a casa. 
Apoyé la barbilla entre mis pálidas manos y recorrí la librería con la mirada, era como ver un retrato animado que se repetía día con día. Cuando había pedido el empleo, no había imaginado ni por un instante que trabajar en un ambiente protagonizado por libros, llegaría a ser tan aburrido y tedioso. 
¿Que sentido tenía acomodar los libros de siempre en los mismos estantes día con día? o ¿Ayudar a cientos de personas a buscar los libros de siempre en dichos estantes? Rara vez me entretenía con las elecciones de los clientes, o acomodando las nuevas adquisiciones. 

Tal vez debí buscar empleo en una biblioteca, de esas que tienen libros empolvados y novelas de títulos ignotos... Quizá, solo debí quedarme en casa. 
Continuaba atardeciendo y miré perdidamente hacía el pasillo, como si de algún modo, esperara que algo ocurriera...
(Y sin saberlo, ya llevaba meses esperando, quizá toda una vida... toda mi vida, por ese día aburrido que se convirtió en el más especial de todos). 

-Muévete- Se quejó Nico mientras se acomodaba la corbata y me señalaba los corredores, seguramente estaba cansado de estar de pie y prefería oprimir teclas en la caja registradora. Me encogí de hombros sin protestar y salí del despacho. Nadie parecía necesitar ayuda, así que me dirigí al desorden de novelas modernas que había dejado un grupo de niñas.

Estaba quejándome mentalmente de todos mis problemas cuando el pesado libro resbaló de mis torpes dedos y tuve que inclinarme para recogerlo, alguien había entrado en ese mismo instante. 
El sonido de sus elegantes zapatillas de tacón, dejó un ligero eco en el suelo, llevaba ropas oscuras que acentuaban su figura, era delgada, atractiva y estilizada. Lucía un cabello largo y desaliñado, con un excéntrico corte y un intenso color rojo. Tenía sombra negra sobre los parpados y unas largas pestañas que abanicaban su mirada mientras observaba fijamente hacia los estantes. 
Dejé de respirar casi sin notarlo, como si temiera que ella se esfumara con uno de mis inoportunos suspiros, la chica pasó una mano por su bolso y se dirigió a uno de los estantes pasando de largo...
Volví a respirar cuando se perdió de vista. 

Coloqué el libro que tenía en las manos en el estante y me dirigí hacia donde ella había ido, ignoró los estantes con los libros que me aburrían y pasó a la sección arrinconada con los libros que recientemente había acomodado con tanto esmero, comenzó a mirarlos con admiración, volviendo todos a sus lugares, una parte de mi le agradeció por mantener los libros en su sitio y la otra seguía admirándola fascinado. La contemplé con atención, temeroso de incomodarla, pero ella parecía tan absorta y cautivada por los libros que ni siquiera lo notó. 

Reuní el valor suficiente y me dispuse a tratarla como a cualquier otro cliente. 
-¿Buscas algo en especial?- pregunté, pero mi voz temblaba entre mi garganta y a penas logró cruzar mis labios, ella no me escuchó y tuve que volver a repetir la pregunta. 

-No, gracias- musitó con una sonrisa dirigida a los libros. 

Su suave voz me dejó aturdido durante unos instantes, después pude notar que tenía dos novelas de misterio entre las manos. "Tenía que ser" supuse, Una novela de asesinatos, sangre roja como su cabello, bajé la vista por sus piernas hasta detenerme en sus zapatos negros. La voz de mi vocalista predilecto pareció susurrar las notas de una canción que conocía bastante bien... algo sobre una chica que estaba decidida a seducir hasta a la muerte misma. 

Mi corazón dio otro salto cuando ella sonrió y me pregunté en dónde estaba la caja, le pedí que me siguiera y ella obedeció mientras subíamos las escaleras eléctricas, aferraba el libro entre sus manos con delicadeza, lo trataba como a un cachorro que estuviera ansiosa de llevar a casa. 
Pensé en preguntarle mil cosas, pero estaba tan nervioso que no lograba articular palabra alguna y mi oportunidad se desvaneció cuando llegamos hacia las cajas y ella me dejó un simple "Gracias" al aire sin que pudiera hacer nada más. 
La contemplé mientras se alejaba y seguí atento hacia la entrada como si milagrosamente ella fuera a volver para decirme todo lo que quería saber antes de... ¿Besarme? ¡Patético! Casi me avergoncé ante mis propias ideas. 

-Era guapa ¿eh?- agregó Nico guiñándome un ojo con tono burlesco, Faltaba más... Ahora hasta él había podido notar el efecto que la enigmática joven había tenido en mí. 

Y durante días, la señorita asesinato recorrió mi imaginación, aguardaba con absurdas esperanzas el momento de volverla a ver. Prometiéndome que la siguiente vez... No la dejaría escapar impune. 


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